Por: Jordan Niño González.

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Somos mortales porque estamos hechos de tiempo e historia.

 Octavio Paz

El día de muertos es una de las tradiciones más antiguas de México, una de las tradiciones que aun conservamos incluso con la llegada de los españoles.

En el México antiguo el nacimiento y la muerte eran anunciados de formas similares; en el nacimiento de un niño, salían niños corriendo llenos de felicidad anunciando el nombre del nuevo miembro, pero cuando alguien moría se podía escuchar entre lamentos el nombre de la persona perdida.

En el pensamiento mexica/azteca se decía que cuando una persona moría tenía varios destinos, que dividieron en cuatro:

• -Mictlán: a este lugar llegaban los difuntos que morían de causa natural o enfermedades.
• -Tonatiuh ichan: a este lugar llegaban quienes morían luchando.
• -Cincalco: a este lugar llegaban los niños, quienes morían en su tierna infancia.
• -Tlalocan: en este lugar reinaba el dios Tláloc, por lo tanto llegaban las personas que morían por alguna causa que estuviera relacionado con la deidad de la lluvia.

Pero fue entonces que los destinos fueron redefinidos por los europeos cristianos, quienes celebraban el 1° y 2° de Noviembre las fiestas:

• -Miccailhuitontli: «La fiesta de los muertos pequeños»
• -Huey Miccailhuitl: «La fiesta de los muertos grandes».

De esta manera, con la llegada de los españoles se fueron adoptando las mismas fechas para celebrar a los muertos, aunque se adaptaron las creencias prehispánicas de los 4 destinos de las almas, la celebración fue modificándose hasta quedar de la siguiente manera:

• -Del 28 al 29 de Octubre llegan las almas de personas que murieron trágicamente o de desgracia.
• -Del 29 al 30 de Octubre llegan las almas de las personas que murieron sin recibir el sacramento del bautismo.
• -Del 30 al 1° de Noviembre llegan las almas de los niños y los animales.
• -Del 1° al 2 de Noviembre llegan las almas de los adultos.

En México celebramos de diferentes maneras a nuestros muertitos, dependiendo el lugar y las costumbres, pero lo que nunca puede faltar es una ofrenda la cual es una invitación para que los muertos viajen a nuestro mundo y convivan con los vivos, especialmente con sus familias, quienes pondrán su foto en la ofrenda para recordarles que estén donde estén, siempre seguirán con nosotros en este mundo y en el que sigue.

Uno de los lugares mexicanos donde se viven nuestras tradiciones de forma “mágica” es en la isla de Janitzio, Michoacán, que se conoce como la puerta del cielo, donde en la noche del 1° de Noviembre las familias visitan los panteones con pan de muerto, frutas, veladoras y diferentes ofrendas para atribuirle a sus seres que han fallecido, y así convivir con ellos, pues la leyenda cuenta que al morir las almas vuelan como mariposas monarcas sobre un lago encantado hasta llegar a la isla de Janitzio y solo se necesita abrir el corazón para que al cruzar en lancha se pueda ver las almas dibujarse entre las aguas del lago de Pátzcuaro.

Sea como sea la forma en que cada uno decida recordar a sus seres queridos que se nos han adelantado en el camino, tenemos algo en común, y es que “recordamos”. Aunque parece una palabra sencilla y que ocupamos comúnmente, esa palabra lleva en su significado algo más profundo, pues “recordar” es volver a pasar por el corazón.

* Estudiante de la Licenciatura en Educación Primaria. Escuela Normal No. 2 de Nezahualcóyotl.

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