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Publicado por: Soporte en

septiembre 21, 2016 1199 Visitas



Por Hugo Aboites.

 

(La Jornada, 17/09/2016) “Otra victoria como ésta, y estaremos perdidos”, exclamó Pirro, el belicoso general griego, cuando hizo el recuento del precio pagado en su último enfrentamiento con los romanos. El gobierno federal puede decir hoy algo semejante. Es cierto que los maestros en resistencia regresaron a clases y que no lograron derogar la reforma, pero es aún más cierto que en estos últimos tres años y especialmente en estos casi cuatro meses entró en severa crisis el proyecto de transformación de la educación que desde 2008 está centrado en acorralar y perseguirlos.

 

La reforma educativa está muerta, señalaba Pablo González Casanova, conocedor como pocos del momento presente. Negarse totalmente al diálogo durante meses, a pesar de que estaban cerradas miles de escuelas y una tercera parte del país y una parte de la economía paralizadas por bloqueos y manifestaciones, hizo aparecer al gobierno como indiferente e incapaz de pensar siquiera en el diálogo con la otra parte.

 

Nochixtlan

 

Nochixtlán agregó el peor escenario posible a una disputa por la educación: fuerzas armadas federales disparando contra una multitud, persiguiendo a heridos hasta el hospital, impidiendo la atención médica, disparando contra el techo desde helicópteros. Es decir, violaciones flagrantes a normas elementales que aún en los enfrentamientos entre ejércitos deben respetarse. Y, sin el tapujo del crimen organizado ni la excusa de corruptos policías municipales que vimos en Ayotzinapa, acá directamente asomó el rostro terriblemente represor que puede asumir el Estado mexicano.

 

Pero con eso no sólo la reforma, sino la actuación e iniciativas todas del gobierno mexicano sufrieron una profunda herida en su legitimidad y capacidad de estadista. Cuando finalmente y de la peor manera –a regañadientes– se aceptó el diálogo, éste se convirtió en medida distractora, sin mucha seriedad, y lo que podría haber sido un airoso y oportuno planteamiento al comienzo del paro, se mostró como tardía maniobra donde se hicieron propuestas que luego no se cumplieron. Herido en su patrimonio, el empresariado se engalló contra el gobierno, la derecha y la Iglesia encontraron el camino para perseguir la iniciativa de matrimonio igualitario, y hasta dos candidatos estadounidenses y Televisa han roto de manera agresiva con el Presidente, y además, renuncias y devaluación.

 

Cierto, no todo es resultado del manejo erróneo del conflicto en la educación, pero por su dimensión nacional y profundidad ha jugado un papel muy importante en el deterioro general del clima del país. Y tiene razón Pirro, para terminar consiguiendo este tipo de victorias, mejor no ir a la guerra.

 

La situación ahora se ha vuelto más complicada. Si bien Pirro, después de la victoria, aislado en Italia y sin apoyo, decidió pactar la paz, acá, increíblemente, se opta de nuevo por la confrontación. Si la reforma afectaba directamente la suerte de más de un millón de docentes, el propuesto recorte presupuestal impacta en la educación misma e incluye ahora nuevos polos de protesta.

 

Los científicos han comenzado a manifestar inconformidad; rectores como el de la UNAM se pronuncian en contra y pronto seguramente los sindicatos universitarios e incluso movilizaciones estudiantiles mostrarán su inconformidad. Este es un tema dotado de una amplia convocatoria y que unifica sectores generalmente antagónicos o con posturas diferenciadas. Por el contrario, nadie o muy pocos hubieran criticado que, en una situación de crisis, a la educación se le hubiese dado una especial cobertura. Ahora, las instituciones tendrán mayores dificultades para abrir sus puertas a aspirantes; para contratar docentes-investigadores de tiempo completo; invertir en la ampliación de sus instalaciones (bibliotecas, laboratorios, aulas, cubículos); ofrecer buenos salarios a los docentes, administrativos, técnicos y manuales, y responder a las necesidades de apertura de nuevos planteles y centros de estudio. Las importantísimas tareas de difusión cultural se marchitarán, y el muy benéfico papel de los centros de conocimiento en el funcionamiento de la sociedad entrará en estado de suspensión.

 

Maestros-policia

Con un conflicto nacional irresuelto con el magisterio, con los ataques al Estado laico, la inconformidad social creciente, la deslegitimación gubernamental y ahora también los efectos de una caída presupuestal, 2017 será un año todavía más largo para la educación y para el país, y desastroso para la campaña presidencial y las elecciones en 2018. Sin embargo, siempre hay una salida.

 

Aún en medio de profundas crisis económicas y políticas, los gobiernos siempre tienen a su alcance variables decisivas. La apertura del diálogo y la resolución de la confrontación con el magisterio es hoy una de esas acciones que pueden cambiar radicalmente el ambiente nacional y alimentar la percepción de que los conflictos no surgen, permanecen y crecen sin intervención, sino que pueden ser objeto de una resolución rápida, decisiva y pacífica. Por el contrario, continuar en la lógica de la mano dura sólo va a magnificar los efectos de la crisis. Pirro, finalmente, se convenció de retornar a Grecia; uno se pregunta ¿no será posible hacerlo hoy, 2 mil 200 años de civilización después? El general, por cierto, reincidió más tarde en la aventura militar, pero ya había perdido toda su audacia original. Y murió al frente de sus tropas, pero porque una anciana, desde un balcón, le arrojó una teja en la cabeza.

 

*Rector de la UACM

 

http://www.jornada.unam.mx/2016/09/17/opinion/015a2pol

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