Por: Alfonso Torres H.

La estructuración final de las ideas y el contenido en el proceso de elaboración de un trabajo final de titulación constituye un momento que origina en los estudiantes de licenciatura y posgrado angustia, incertidumbre y estrés. Este estado no es gratuito, toda vez que el documento final de titulación (tesis, tesina, propuesta, proyecto) representa en cierto sentido, la síntesis de lo aprendido durante los estudios.

El proceso de elaboración final contempla por lo menos cuatro elementos sustantivos que no se pueden obviar: el problema, tema u objeto; la metodología; la argumentación o sustento teórico; y los hallazgos, tesis o producto. En todo este proceso, el esfuerzo intelectual por parte del sustentante debe ser constante.

Este reto le implica una atención desde el planteamiento del problema hasta la construcción de la tesis. No se trata de ocurrencias, sino de pensar, reflexionar y analizar los distintos elementos y situaciones para encontrar puntos que lo lleven a un nivel de comprensión alto y claro de lo que define en cada momento.

Plantear el problema o tema le implica al sustentante tener una mirada amplia de las situaciones de interés y conocimiento del tema de elección, así como establecer relaciones lógicas entre los distintos elementos que se involucren en su reflexión y abandonar el sentido común en sus apreciaciones para que las definiciones iniciales que haga sean lo más argumentativas posibles.

De igual manera, en la elaboración del documento de titulación es crucial la claridad metodológica que tenga el sustentante. Algunos programas educativos incluyen desde el inicio las cuestiones metodológicas, otros, en la parte final de los estudios.

En ambos casos, el enfoque y herramientas metodológicas son importantes para definir la construcción de las ideas. Dar cuenta de la reflexión metodológica que le deja el proceso, es relevante en esta parte final.

La argumentación teórica de un documento de titulación debe ser el producto de la reflexión y análisis que el sustentante realice en las distintas etapas de su proceso, desde la comprensión de los supuestos iniciales sobre su objeto o tema hasta la tesis, lo cual expone con claridad la postura epistemológica y teórica del autor. En este sentido, se concibe a la teoría como “una aproximación a la realidad” la cual permite dar sentido y explicación a cada uno de los argumentos planteados.

Finalmente, los hallazgos o tesis final se comprenden como una disertación documentada, empírica y teóricamente, por el investigador, respecto a un objeto de estudio que ha seguido un trabajo metodológico y científico de rigor. Es este el momento de la articulación final de ideas y del recuento de las reflexiones y hallazgos encontrados.

Es este el momento de esfuerzo intelectual en el que se piensa cómo comunicarlo al público, y no es sencillo, toda vez que se someterá al escrutinio de los otros. Una tesis que no esté bien sustentada corre el riesgo de resquebrajarse en lo inmediato, por eso es importante pensar y repensar lo escrito en cada momento y apartado.

Vivir el proceso de elaborar el documento de titulación implica una complejidad llena de tropiezos, angustias, dificultades, dudas, pero también la satisfacción de hacer aportaciones a un determinado campo de estudio y, desde luego, la satisfacción de la superación profesional y el obtener un grado de estudio superior.

Quizá el mayor de los logros al terminar un documento de titulación es la claridad comprensiva que se obtiene, particularmente del objeto educativo que se ha estudiado y de su lógica de construcción, es decir, el sentido de lo educativo aparece nítido ante nuestra mirada.

Texto publicado en Milenio (20/01/2022).

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