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El sentido de la reflexión en mi intervención educativa



Publicado por: Redacción en

febrero 1, 2016 13950 Visitas



No hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y reflexión.

Anónimo

Por: Dulce María García Huerta

 

Desde diferentes perspectivas, al docente se le han asignado roles como transmisor de conocimientos, animador e incluso como cuidador. En  este ensayo se pretende demostrar que la función del maestro no consiste en la mera “transmisión de información” sino que la tarea educativa implica proporcionar experiencias que permitan al alumno aprender y desarrollarse plenamente en cada uno de los campos de formación (social-afectivo, motriz, cognitivo y de lenguaje). La labor frente a grupo implica desarrollar habilidades reflexivas de nuestro actuar cotidiano. Aquí se explica una perspectiva del papel del docente como profesional reflexivo y se realiza un análisis respecto a mi intervención educativa, relacionándola con los fundamentos teóricos que he adquirido hasta este momento en el Curso de preparación para la evaluación docente.

docente

En Educación Preescolar, como en cualquier otro nivel educativo es necesario que los docentes poseamos conocimientos metodológicos, didácticos y conceptuales para construir y explicar el hecho educativo en diferentes contextos. Debemos ser capaces de ayudar a los alumnos no sólo a aprender, sino también a pensar, actuar pertinentemente y a desarrollarse integralmente como miembros de una sociedad. ¿Cómo lograrlo? he ahí una pregunta que manifiesta la necesidad de ajustarnos a nuevas formas de enseñar; es necesario que los procesos educativos cambien de dirección y se encaminen hacia la formación de personas que dispongan de herramientas intelectuales que les permitan adquirir aprendizajes a lo largo de su vida, es decir, la clave está en facilitar la adquisición y fortalecimiento de funciones mentales y de las competencias necesarias para responder a las demandas de la sociedad.

 

Para muchas personas involucradas en la enseñanza, en el nivel preescolar, incluso para mí, puede resultar difícil el cumplimiento de este objetivo debido a las transformaciones que ha sufrido nuestra sociedad; sin embargo, más que ser vistas como un aspecto negativo que ha transformado incluso la mente del ser humano, deben ser vistas como una oportunidad para propiciar el aprendizaje de los niños de manera distinta.

 

Actualmente, los cambios sociales, y sobre todo tecnológicos, demandan que los docentes nos adaptemos a las exigencias de la época en la que viven los niños y cumplamos con diversas funciones para transmitir la cultura básica y el conocimiento especializado a los alumnos de una forma pedagógica y activa, sin embargo esto no es lo único que depende esta profesión.

 

Resulta difícil expresar lo complejo que es ser docente porque más que tener dedicación, paciencia y compromiso, implica ser acreedor de ciertas habilidades profesionales, propias de la intervención, que lo encaminen, no solo hacia el mejoramiento de los niños, sino también hacia su propia mejora. Una necesidad importante por atender es la observación, cualidad inherente del ser humano que en la labor docente permite, identificar las conductas, comportamientos, intereses, necesidades, estilos de aprendizaje y capacidades de los niños para el diseño de situaciones adaptadas a ellos.

Reflexión

La observación, como un proceso, también brinda la oportunidad de evaluar la propia intervención a través de los resultados observados en el grupo. Retomemos que “la reflexión docente empuja hacia un análisis que es a la vez un apoyo y crítica de las capacidades como educadores” (Zeichner & Liston, 1996) Esta práctica de reflexionar sobre nuestra actuación frente al grupo, nos permite examinar qué fue lo correcto y lo incorrecto y sobre todo, transformar la propia acción docente, teniendo siempre en cuenta que derivado de la reflexión se puede hacer y aprender algo mejor.

 

El docente como profesional reflexivo

Un docente que reflexiona sobre su labor es un maestro realmente comprometido con su educación y con la de sus alumnos. La finalidad de reflexionar ya sea antes, durante o después de la acción, está encaminada a cuestionarse, a anticipar hechos y respuestas, a saber de qué manera responder a cada situación, a resolver problemas, a examinar qué fue lo correcto y lo incorrecto y lo que necesita mejorarse a fin de transformar la propia acción docente.

Donald Schön (1998) menciona que la reflexión puede verse desde dos marcos temporales, ya sea en la acción o sobre la acción. En nuestra tarea cotidiana la práctica reflexiva se da sobre la acción (al momento de planificar o evaluar) y durante la acción (al responder a problemas en el momento en el que suceden), no obstante, es en el primer marco temporal en el que podemos ser conscientes de lo que está por realizarse o de lo que ya se realizó, y es el momento en el que se consideran los referentes para dar un mayor sustento. La práctica reflexiva durante la acción, por el contrario, incluye el uso y movilización de los conocimientos implícitos que poseemos los docentes y que muchas veces no permiten dar solución a los problemas de manera inmediata.

 

Aunque la reflexión suele hacerse de forma clara y sensata en los dos momentos, Schön sostiene que pensar después de la acción es más enriquecedor porque en ese momento ya estamos conscientes de las cosas que hicimos. El hecho de estar inmersa en el ambiente de trabajo de manera permanente, a diferencia de mi proceso de formación inicial, me ha brindado la oportunidad de valorar lo que implica el trabajar en este nivel y de fortalecer algunas de las capacidades y habilidades que conforman los Perfiles, parámetros e indicadores del nivel de educación Preescolar.  Por ejemplo, hablando de la reflexión sobre la acción, regularmente recurro a diversas fuentes de análisis que dan cuenta de los resultados obtenidos como las que enunciaré en los siguientes apartados.

 

La observación. Es una cualidad inherente del ser humano que permite no sólo identificar las conductas, comportamientos, reacciones, intereses, necesidades, estilos de aprendizaje y capacidades de los niños, sino también brinda la oportunidad de cuestionarnos y examinar qué fue lo correcto y no tan adecuado para transformar la propia acción docente.

 

Diario de trabajo. El diario del docente ha adquirido un papel relevante dentro de la intervención educativa, ya que se constituye como un recurso metodológico que guía la reflexión, análisis y valoración de la realidad escolar  y favorece, a su vez, la toma de conciencia sobre nuestro actuar.

 

Fotografías y videos. Son medios que permiten registrar y analizar detenida y profundamente los hechos e incidentes vividos dentro del aula.

 

Instrumentos de evaluación. Se hace uso de listas de cotejo y rúbricas para evidenciar el alcance en cada uno de los aprendizajes esperados, es decir, si el propósito planteado fue alcanzado por los alumnos del grupo.

 

Mi intervención docente desde mi inmersión al campo laboral se ha realizado en el Jardín de niños “Juana de Arco” ubicado en el barrio de San Lorenzo, Zumpango. El grupo que atiendo durante este ciclo escolar es de 32 alumnos, de los cuales 16 son hombres y 16 mujeres. Durante los días de intervención he trabajado con situaciones que involucran el desarrollo y fortalecimiento de diversas habilidades en los niños poniendo en juego la transversalidad de los diferentes campos formativos.

 

Desde el inicio de este curso, y gracias a mi intervención y a la recuperación de mis experiencias, he adquirido ciertas habilidades en cuanto a cada una de las dimensiones, en especial las relacionados con competencias didácticas y el uso de estrategias de enseñanza. Sin embargo, me doy cuenta de la importancia de significar nuestras prácticas; reflexionar sobre ellas y explicar nuestras acciones no haciendo uso solamente de nuestros conocimientos empíricos, sino de referentes teóricos que sustenten y transformen nuestro actuar cotidiano.

 

Ahora que apenas he abordado la tercera dimensión de los Perfiles, parámetros e indicadores, tengo una visión más amplia acerca de la importancia que tiene la formación permanente y lo necesario que es darle significado a las acciones y transformar no solo tus prácticas, sino también transformarte a ti mismo, como sujeto pensante, capaz de reflexionar sobre su actuar y de reconocerse en él. A pesar de que no tenía conocimiento de la importancia que tiene reflexionar sobre nuestro actuar cotidiano he logrado poner en marcha algunas estrategias que me han permitido guiar mi intervención hacia una mejora.

 

A diferencia de mi intervención de hace poco, ya he podido detectar algunas de mis necesidades como docente frente a grupo. Anteriormente, la recuperación de mi práctica en el diario de trabajo se basaba en identificar avances y características de los niños, necesidades de la institución, relaciones entre los miembros de la misma, etcétera. Pero ¿En dónde quedaba yo? ¿No era importante reflexionar sobre mi propio actuar? Tal vez llegué a desarrollar un proceso de reflexión pero me quedaba en el primer nivel, porque trataba de sustentar mis acciones a partir de mis conocimientos cotidianos sin teorizarlas tomando como referencia a algún autor. Esto no quiere decir que la teoría tenga que guiar nuestro actuar o que la práctica tenga que derivarse de ella porque como lo menciona Lya Sañudo (2006), ambas están sometidas al cambio, pero entonces ¿Por qué teorizar?

trayectoria

El proceso de reflexión y de significación implica no únicamente apropiarte de una teoría o de conocimientos por que la verdadera transformación está en el entendimiento y la comprensión. Ahora vislumbro que es necesario reestructurar mis acciones distanciándome de mi práctica y realizando una crítica constructiva de mi hacer, basada en el sustento teórico. Sólo de esta manera, y como consecuencia de la reflexión, podré significar mi práctica, transformar mis acciones y apostar a la formación y humanización de  mis alumnos.

 

Puede ser que ésta tarea se vea distante, sin embargo, depende de mí llegar a la verdadera significación de la práctica educativa, considerando que para poder pasar de una práctica cotidiana educativa a una compleja reflexiva se necesita auto reflexionar e intercambiar las experiencias. Como seres humanos, hacemos lo que conocemos, pues el pensamiento complejo es la base de nuestras acciones, por lo tanto, tener presente cada uno de los elementos que menciona Sañudo y otros autores me abrirán las puertas para poder llegar a la verdadera transformación educativa.

 

Considero que hasta este momento ya he dado un paso adelante. El hecho de utilizar algunos medios como instrumentos de reflexión y evaluación como el diario, el análisis de una auto grabación, la revisión de la coherencia entre mi planeación y mis propósitos y la transformación de supuestos a elementos comprobados y guiados por autores me han permitido dar un giro a mi profesionalización, encaminada a mi formación continua como una docente crítica y reflexiva.

 

REFERENCIAS

Sañudo, L. en: Ruth C. Perales Ponce (coordinadora) (2006), La significación de la práctica educativa. Pp. 167, México, D. F.: Paidós

Schön, D. (1998), El profesional reflexivo. Cómo piensan los profesionales cuando actúan, Editorial Paidós, Barcelona.

Zeichner, K. M., & Liston, D. P. (1996). Raíces Históricas de la enseñanza reflexiva. En Reflective Teaching. An Introduction. Nueva Jersey: Lawrence Erlbaum Associates.

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