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La tarea, sin hacer tarea



Publicado por: Jesus Andriano en

diciembre 2, 2016 2670 Visitas



Durante el transcurso de la vida académica, la palabra tarea se relaciona a una serie de actividades relacionadas con la escuela, se plantea como un trabajo que complementa lo realizado en el aula; con el paso del tiempo se asume socialmente como una acto obligatorio para el cumplimiento de un aprendizaje; sin embargo, la tarea llega a convertirse en un acto de angustia, ansiedad e incluso sufrimiento para los alumnos.

 

La historia de las tareas escolares revela que en un primer momento se impusieron como una forma de castigo, sin embargo ante la crítica a este modo de concebirla, se visualizó como un medio para mejorar el rendimiento académico.

 

Algunos investigadores consideran que la tarea, fomenta la autonomía al tratarse de una actividad extraescolar y con ella se aprende a la toma decisiones; se estimula la creatividad para la búsqueda de soluciones a partir de los retos solicitados, se refuerzan conocimientos planteados en el aula a partir de los puntos básicos de un tema; se desarrollan aptitudes cuando las tareas son apropiadas  a la edad de los alumnos; así como ayudan a asumir retos y desafíos con una visión transparente y responsable.

 

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Sin embargo hasta el momento, no existe, una justificación que explique, de qué forma la tarea favorece a los aprendizajes de los alumnos, e incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no dejar tareas a los alumnos de educación básica, señalando que el trabajo extraclase se traduce muchas veces en un incremento de patologías como dolor de cabeza, espalda, malestar abdominal y mareos, así como cambios en el estado de ánimo los cuales propician en los alumnos tristeza y nerviosismo.

 

La concepción de la tarea debe transformase desde la propia escuela, como una acción que aporte al desarrollo de los procesos educativos establecidos en la escuela, bajo el cumplimiento de los objetivos que se desean alcanzar para el aprendizaje de los alumnos, considerando aspectos contextualizados que contribuyan a fomentar aspectos formativos de acuerdo a su realidad. Sin duda el número excesivo de tareas, no favorece a tener mejores estudiantes, ni es posible asumir que los estudiantes comprenden de mejor manera los conceptos que se plantean en la escuela.

 

La tarea por su generalidad reduce el tiempo que se puede utilizar en otras actividades complementarias propias de la edad en la que se desarrolla socialmente el estudiante, la tarea debe visualizarse como acción articulada a las características de contexto y como una forma de aprendizaje de acuerdo a las necesidades del estudiante.

 

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Debemos recordar que la tarea no es para cubrir temas que no se atendieron en la escuela, ni para someter a los estudiantes a procesos de aprendizaje por encima de su realidad; la tarea no puede convertirse un posicionamiento de aprendizaje de los padres, ni mucho menos en una zona de catarsis para los involucrados.

 

A mayor tiempo para la tarea, menor tiempo para el desarrollo de otras habilidades que favorecen el aprendizaje.

 

Publicado en la pagina del autor:    http://www.jesusandriano.com/

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