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Creo en el poder de los docentes.
Publicado por: Crystal Torres Ordóñez en
abril 23, 2020 1625 Visitas
Por: Estudiante irreverente, crítica de lo establecido, amante del café, artesana, economista y creyente de la educación, en la educación que transformar mentes y trasciende las realidades *
Actualmente estudio en la Normal No. 2 de Nezahualcóyotl, para maestra en educación primaria, creo firmemente en que la educación trasciende nuestra realidad, y esto me ha motivado para acercarme a este terreno.
Mi trayectoria profesional ha sido larga, hace dos años aún me encontraba ejerciendo mi profesión como economista, en un trabajo que honestamente no me hacía del todo feliz, bueno… sí, quizá me hacía feliz cada quince días cuando podía agarrar mi mochila para planear un viaje y escapar de la ciudad; sin embargo, no terminaba de sentirme plena, la verdad siempre me la pasé pensando en otras cosas, tan alejadas de aquella realidad, como: tener mi propio negocio, como viajar, como hacer manualidades, como estudiar otras cosas que me han inquietado desde siempre, pero que indudablemente ignoré por muchas razones, por ejemplo: “ser maestra”; evidentemente me tragué el cuento de que moriría de hambre; si hubiera sabido que el hambre iba a ser peor, y me refiero al hambre emocional, esa que no deja en paz el alma aunque tengas la barriga llena; si lo hubiera sabido seguramente hoy sería otra historia, pero no lo es.
Un día decidí cambiarlo todo, y comencé por renunciar a mi último empleo, fue un sentimiento tan extraño, pues sentí una libertad con incertidumbre, incertidumbre de no percibir mis quincenas, y mil preguntas existenciales acerca de mi futuro, la carrera, la familia, el tener hijos, el comprar un auto, una casa, etcétera, etcétera, etcétera. Entonces como dice la canción agarré mi mochila con todos mis juguetes, tomé el bus y viajé.
Puedo afirmar que fue asombroso; realmente todos los rincones que logré recorrer fueron experiencias inolvidables y con muchas anécdotas y amistades nuevas. Después de vagar un poco por aquí y por allá, por algunos estados de la república, me quedó claro que no terminas de recorrer tan maravillo país.
Honestamente no quería que terminara la aventura, pero los ahorros no iban a durar toda la vida, así que decidí regresar y preguntarme, ¿Qué más quería hacer?, ¿Qué diablos iba hacer de mi vida?, realicé la famosa lista de las cosas que quiero hacer antes de morir. Y comenzó todo.
¡Y como dice mi muy querido Galeano, el mundo no está hecho de átomos, No!; el mundo está hecho de historias, son las historias las que nos permiten convertir el pasado en presente, y también nos permiten convertir lo lejano en cercano, lo que está lejano en algo próximo y visible.
“El mundo es eso, un montón de gente, un mar de fueguitos; no hay dos fuegos iguales, cada persona brilla con luz propia entre todas las demás; hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores, hay gente de fuego sereno que no se entera del viento, y hay gente de fuego loco que llena el aire de chispas; algunos fuegos, fuegos bobos que no alumbran ni queman, pero otros, otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear y quien se acerca se enciende”.
Eduardo Galeano.
Este microrelato de Galeano, llamado “Un mar de fueguitos”, es uno de mis favoritos. Y yo tenía un fuego loco; así que comencé a hacer lo que más quería, entré a estudiar en el CIATEC, uno de los centros CONACyT de capacitación en Calzado y Marroquinería; mi estadía fue corta pero placentera y llena de conocimientos. Posteriormente, me invitaron a realizar una especialidad en Política y Gestión Energética y Medioambiental en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales; decidí entrar y darme la oportunidad de seguir experimentando; aquí terminé de convencerme de que la mayoría de mis intereses estaban enfocadas a la educación ambiental.
Ahora puedo asegurar que estamos hechos de experiencias, de retos y de posibilidades; es que a veces creemos que existe un solo camino, y que habrá que casarse con él para toda tu vida. Mi vida personal, puede resumirse en pocas líneas; un techo sin casa, una familia fracturada, una hermana un poco desubicada, una madre soltera con dos hijas y un padre ausente; supongo que no vale la pena analizar los detalles, ya sospecharán el panorama. Sin embargo, dentro de todo este escenario un tanto desalentador, existía algo, algo que puedo definir como “magia”, y no hablo de un cuento de hadas, cuando digo magia me refiero a esa hambre de querer cambiar todo, a ese algo que les invadía a esas tres mujeres que intentaban entenderse con la vida, (mi mamá, mi hermana y yo).
Creo en el poder de transformación que tenemos los docentes, el poder de transformar nuestro entorno y trascender mentes. Si bien no podemos cambiar el mundo, sí podemos cambiar esas mentes que transformen nuestra realidad. Así que comencemos por enseñar a dudar, a transformar, a caminar tras las utopías.
* Crystal Torres Ordóñez. Docente en formación de la Escuela Normal No. 2 de Nezahualcóyotl.
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