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Los Foros de Consulta Educativa: cuando todos sabemos de Educación



Publicado por: Carlos A. Reyes en

septiembre 16, 2018 1950 Visitas



Por: Carlos A. Reyes

 

El pasado triunfo de AMLO en las elecciones presidenciales, logró contrarrestar los doce años de duras críticas en torno a su discurso calificado como populista, por quienes en su momento se pronunciaban en contra de la ideología política de López Obrador, sumando, el mal trabajo en los últimos dos sexenios por parte de las dos fuerzas políticas más importantes de este país, sin menospreciar la relevancia con la que los partidarios de López Obrador tuvieron a manifestar en este último año a través del movimiento denominado “la esperanza de México”. De esta manera, doce años pasaron después del pronunciado discurso en el que AMLO se declaraba como presidente electo una y otra vez que su aspiración se desvanecía en la incertidumbre de la corrupción electoral y del juego sucio que ha caracterizado a la política mexicana.

 

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A pesar de haber transcurrido doce años y una infinidad de aconteceres que han demarcado no solo la vida política, económica y social de la nación, sino también, de la propia historia mexicana. Una historia que manifiesta las condiciones en que muchos de los escenarios sociales se encuentran hoy en día, yendo, desde el sector salud, energético y el propiamente educativo; este último, el más golpeado en el sentir de quienes configuran la racionalidad cotidiana de la educación: los profesores. El sector educativo, representó en suma para el líder de la bancada “morenista”, posiblemente uno de los sectores más atractivos durante los meses de campaña política, en el periodo de las promesas, de los errores y señalamientos, teniendo como parte concluyente una voz exigente que solicitaba ser escuchados, tomados en cuenta para las decisiones en materia de política educativa, en la afamada “Cuarta Transformación”, si es que a AMLO le terminaban por favorecer las mayorías el 1° de julio.

 

La petición debía ser tomada por AMLO como la posibilidad de tener del lado “morenista” a uno de los grupos sociales más representativos y de mayor índice en cuanto a simpatizantes se refería, hecho que si bien, no apunta ni da credibilidad a que así se dio en el mes de julio pasado, deja la certeza de que la colaboración del magisterio mexicano para haber dado un triunfo contundente en todos los sentidos a los morenistas fue evidente. Este suceso, representó para AMLO y para Esteban Moctezuma Barragán, nombrado hasta la fecha del día de hoy, como el futuro titular de la SEP, un reto, si no el más importante, si uno de gran significado, pues polarizó las acciones por parte de AMLO y de su equipo para comenzar la tarea pendiente que durante la campaña se dictaba, iniciando por la famosa consulta de orden público, a través de los llamativos Foros de Consulta Educativa, que tiene por objeto escuchar, proponer y demarcar muchas de las expresiones y anomalías que los sujetos educativos viven todos los días en los espacios escolares, además de cumplir con la democracia con la que todo mandato gubernamental presume tener.

 

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A pesar de ser propositivos, parece que esta iniciativa ha quedado nuevamente en la línea discursiva del ámbito educativo, pues al igual que en el año 2016, con los famosos Foros de Consulta sobre el “nuevo y no tan nuevo Modelo Educativo”, que fueron de otro modo, la legitimación del ordenamiento de los de arriba, que no discutía, no proponía y solo imponía lo que a voces del político mexicano se decía; esta nueva agenda de foros propuestos por la administración 2018-2024, parecen caer en el mismo bache. El problema no es hacer la consulta, el problema es que muchos de los puntos que tengan a bien desarrollarse, lleguen a jactar los ordenamientos que en materia de política educativa se logren elaborar. Ante esto, es importante interrogar ¿Quiénes participan? ¿Cómo y con qué lo hacen? Y ¿Qué sustento tiene la perspectiva de discusión? Sin duda alguna, lo que se puede afirmar grosso modo -por la experiencia y evidencia en algunos de estos foros-, es que la consulta realizada viene a convocar una opinión pública ligera y de sentido común, haciendo de ello, que todos los participantes sean especialistas de los muchos temas que se abordan.

 

No obstante, el campo de la investigación, desde sus actores, espacios, tiempos y aportes, están siendo una vez más relegados, sin considerar que mucho de lo esperado en tal ejercicio de consulta ya se sabe, se reconoce ante el medio de la investigación y que de acuerdo a la lógica con la que se lee la educación es inminente. Convocar a consultar las problemáticas educativas suena alentador, por quienes tienen el interés a opinar sobre lo que en estos últimos seis años quedaron de lado: los profesores, -en su mayoría-, cumpliendo hasta cierto punto con parte de las promesas políticas -claro está-, de las cuales AMLO hizo valer en su discurso, sin embargo, continuar con un ejercicio caracterizado de ser más político que académico, provoca dudas de lo que se hará con las conclusiones que emanen de dicha consulta, que a decir de muchos y entender de pocos, no se sabe quién las leerá. A título personal, las formas de reunir los juicios que permitan elaborar o reelaborar la agenda educativa, está cayendo en la improvisación mediática, sin idea ni fondo, en el que los puntos de interés parecen ser la ensalada que se ha de presentar en San Lázaro, en el diciembre próximo.

 

Por otra parte, retomar espacios de análisis, reflexión, debate y propuesta de carácter académico como lo fue el año pasado el Congreso Nacional de Investigación Educativa, realizado en la ciudad de San Luis Potosí por el COMIE, son hasta cierto punto, los escenarios de excelencia, para legitimar las problemáticas educativas, con los teóricos que han sido vistos como una figura de devoción pedagógica por parte del mandato gubernamental, sin sentido ni función. Aunque no solo se debe de considerar estos espacios, sino también, las instituciones de carácter científico, formadoras de conocimiento, así, como las instituciones de orden normalista, mismas que transitan en archipiélagos de certeza que su propia historia les ha dado. Por ello, mi exhortación, es revisitar este tipo de escenarios, con los sujetos manifestantes a través de la vía académica, retomando los puntos de discusión para conformar los dispositivos que vendrán a darle forma a la educación. De otro modo, la educación que transite en los próximos seis años vendrá a darse de la misma manera, sin rumbo ni dirección.

 

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Ante esto, la consulta sobre las preocupaciones populares de la educación, constituyen el trasfondo de una improvisada planeación de la agenda educativa, que no permite distinguir los puntos de encuentro por los cuales se han de orientar los fines educativos. En resumen, apuntar a una consulta para lograr el Acuerdo Nacional de Educación, permite repensar si dicho proceder enmarcará muchas de las deficiencias del Sistema Educativo Mexicano, pues una cosa es decirlo y otra hacerlo; no obstante, cabe mencionar que ante el desgastado discurso sobre la cancelación de la Reforma Educativa, sigue en el «veremos», hecho que no garantiza nada de las promesas electorales y que al mismo tiempo, significa, que la aplicación de muchas de las ideas que se expresan van al limbo educativo, sin que estás, logren jactar una vez más la tan anhelada responsabilidad del Estado Mexicano en organizar un sistema educativo que trascienda lo político; si bien, el único cumplimiento que hasta el momento puede darse y otorgarle a estos foros de consulta, es la denominación democrática, una denominación que después del mes de diciembre -con deseo de errar-, volverá a ser una democracia de unos cuantos.

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